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SALMOS 129. EL SEÑOR DA LIBERTAD AL CAUTIVO

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EL SEÑOR DA LIBERTAD AL CAUTIVO. SALMOS 129:2 Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido pero nunca me derrotaron. 3 Tengo la espalda cubierta de heridas, como si un agricultor hubiera arado largos surcos. 4 Pero el SEÑOR es bueno; me cortó las cuerdas con que me ataban los impíos. NTV. La intervención Divina en la vida de los seres humanos, son numerosas he incontables. Ya que el eterno Creador, cuida y protege a todas sus criaturas desde el primer segundo que llegan a este mundo a través de la concepción. Dios cuida minuciosamente todo el proceso de la gestación, y el desarrollo embrionario hasta el alumbramiento. El cuidado y la protección de Dios sigue hasta el momento de su deceso. En todos los años de vida terrenal del hombre, Dios cuida y protege a sus criaturas de toda asechanza maligna, pese a que el hombre lo acepte como su Dios o no. De esta protección divina, disfrutó el pueblo hebreo, ya que constantemente era presa de las naciones impías que buscaban su destrucción. Desde los primeros días que se estableció la comunidad hebrea, fue víctima de constantes ataques. Su opresión por parte del imperio egipcio, por ejemplo, fue un capítulo inolvidable de servidumbre y sufrimiento en la nación joven. Israel no solo fue presa del imperio egipcio, sino también de los amalecitas, los edomitas, los moabitas y, finalmente, los cananeos. Una vez establecidos en la tierra que el eterno Creador les entrego como herencia perpetua, las luchas se sucedieron con las naciones circundantes de todo el territorio hebreo. Batallaron contra los filisteos, los madianitas, los amonitas, los asirios, y sucumbieron ante la avalancha del ejército del imperio babilónico. En cada una de las batallas, Israel fue afligido en gran manera. En su cántico al eterno Creador, el salmista describe estas múltiples aflicciones que sufrió su pueblo y las asemejó como a un campo de labores en el que sus enemigos araron, trazando surcos profundos y tendidos. Los conquistadores antiguos solían arar materialmente las ciudades de los vencidos con las intenciones de borrarlos definitivamente del mapa. Tras los constantes ataques por parte de las naciones enemigas, la espalda de Israel había quedado cubierta de llagas y heridas muy profundas, heridas largas del látigo y espadas puntiagudas. Pero las pruebas del pueblo hebreo fueron transitorias, ya que el eterno Creador los libró de ellas, rompiendo las cuerdas de los impíos opresores. El Señor siempre estuvo de lado de Israel, por eso, ningún plan maléfico en su contra perduró para siempre. Dios una y otra vez rompió las cuerdas con las que los opresores pretendían tenerle cautivo para siempre. Los impíos podrán tratar de esclavizar al pueblo elegido de Dios, pero nunca lo lograrán, porque el eterno Creador una y otra vez romperá las cuerdas opresoras y liberará a su pueblo de toda servidumbre o esclavitud. El eterno creador no solo rompió las cuerdas que oprimían al pueblo hebreo, sino también rompió las cuerdas que oprimían a toda la humanidad. Jesucristo con su sacrificio en la cruz, rompió las cuerdas opresoras del pecado y liberó a toda la humanidad de esa cautividad. Queridos hermanos, el pueblo hebreo desde que se estableció como una comunidad, fue presa de naciones impías quienes buscaron tenerla cautiva y exterminarla, pero por más que intentaron, nunca lograron exterminarla. Porque el eterno Creador, por su amor y misericordia siempre los liberó, rompió las cuerdas opresoras de sus enemigos. Hermanos, gracias al amor y la misericordia de Cristo, todos nosotros disfrutamos de la libertad, porque un día, Jesucristo rompió las cuerdas del pecado, las cuales nos mantenían cautivos. Él no solo rompió las cuerdas de nuestra cautividad, sino que también, nos limpió y sanó las heridas ocasionadas por el pecado. Ahora somos libres de toda condenación, libres para alabar y glorificar el santo nombre de nuestro amado Señor. --- Send in a voice message: https://podcasters.spotify.com/pod/show/jesus-is-life1/message
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